Cuando el gas ozono entra en contacto con un organismo vivo, se convierte rápidamente en oxígeno molecular y radicales de oxígeno. Esta situación, que provoca un leve nivel de estrés oxidativo en el organismo, es percibida como una amenaza por el organismo. Como resultado, se estimulan las enzimas implicadas en los sistemas de defensa llamadas antioxidantes y la zona afectada se enriquece con oxígeno y se limpia de toxinas.

Para que el mecanismo de acción del gas ozono funcione correctamente es fundamental calcular correctamente la dosis de tratamiento. Todas las intervenciones terapéuticas con esta molécula química, que tiene efectos tóxicos en altas concentraciones, deben realizarse bajo la supervisión de un especialista y se debe seguir de cerca a los pacientes durante un período de tiempo determinado.